miércoles, 10 de junio de 2009

Impuestos, impuestos y más impuestos

No hay nada seguro salvo la muerte y los impuestos, reza el viejo proverbio de Benjamin Frankin. Y vaya que el sistema tributario argentino le hace honor! Recientemente leí un artículo del economista Antonio Margariti en Economía para todos, en el que explica que en nuestro país hay 83 gravámenes vigentes que se aplican sobre nuestro bolsillo. 83! Y bien dice "sobre nuestro bolsillo". Porque adivinen quiénes terminan cargando con el costo de semajante carga? Nosotros, los consumidores, cada vez que compramos cualquier bien o contratamos cualquier servicio. El precio que terminamos pagando tiene cargados todos estos impuestos, tasas y contribuciones que se van acumulando a lo largo de la cadena productiva, y que llegan al precio final con un efecto piramidal que hace que terminemos pagando un porcentaje de impuestos mayor que las alícuotas que gravaron los hechos imponibles originales. Pensemos un segundo en un ejemplo muy sencillo de un productor, que vende directamente a un comercio, que le vende al consumidor final. El fabricante quiere obtener cierto margen de rentabilidad que le permita continuar con su negocio, de forma que toma lo que paga de tasas municipales, ingresos brutos, impuesto al cheque, impuestos internos, sellos, cargas sociales, por mencionar sólo algunos, como costos directos que deben ser trasladados al comerciante. Éste, a su vez, tomará sus impuestos como costos para trasladar al consumidor final, quien además de pagar en el precio todos los costos impositivos que viene arrastrando la cadena, termina también pagando el IVA!




Obviamente los más perjudicados son siempre los que menos ingresos tienen, porque son ellos quienes cargan con la mayor presión tributaria al tener una propensión marginal a gastar mayor que la que tienen los sectores de mayores ingresos, que destinan parte de su renta al ahorro.
Este perverso sistema además fomenta una burocracia terrible, ya que detrás de cada pequeño o gran gravamen hay formularios, papeleo, inscripciones, declaraciones juradas, leyes, decretos, resoluciones, dictámenes, controles administrativos, funcionarios, inspectores, organismos recaudadores, tribunales fiscales, etc, etc, etc. A los contadores públicos este complejo sistema nos da trabajo, pero no nos olvidemos que también pagamos como el resto estos costos impositivos cuando consumimos. Y seamos honestos, la contraprestación realmente no lo vale. ¿O Argentina tiene un sistema de salud pública eficiente, educación estatal de primera, seguridad para los ciudadanos y jubilaciones como para vivir un retiro tranquilo? Y esta carencia no se compensa con un concurso de sorteos como el "IVA y vuelta". El IVA va y va, no vuelve.
No me malinterpreten, no es una crítica al gobierno actual, este sistema funciona así hace rato. Pero creo que ya es hora de un cambio. Nos merecemos un sistema tributario eficiente, progresivo, razonable y simple de entender, donde haya también transparencia y claridad en el destino de los fondos.
El actual sistema genera incentivos a la evasión. ¿Nadie se preocupa por hacer la cuentita y estudiar si bajando y simplificando los impuestos se puede recaudar los mismo por la baja en la informalidad? Parece que esta preocupación no la tiene ningún político. Me encantaría escuchar propuestas pero los candidatos a legislador no tratan el tema.
En un futuro post escribiré sobre el "flat tax", un sistema tributario soñado.
Hasta el proximo post.